domingo, 15 de febrero de 2009

PORQUE NO PAGO LA LUZ

Los matrimonios, a veces somos una máquina perfecta de organización, complementariedad y solidaridad administrativas, si ya se es todo teoría, pero si usted escucha a las parejas en una reunión, salvo aquellos que están muy psicoanalizados, o aquellos que ya están al borde del abismo, todo funciona perfectamente, aunque cada uno en lo íntimo sabe que no es así. Sin embargo, nosotros los matrimonios, tenemos cierta organización, tenemos tareas que cumplir dentro del oscuro laberinto de la relación matrimonio/burocracia. Yo voy al super, yo me encargo de comprar los regalos, yo pago las cuentas, yo compro la ropa, yo me encargo de esto y vos de aquello. No hace falta que se firme un contrato pre matrimonial como el de Donald Trump, pero sí nos vamos repartiendo las tareas, a veces por comodidad, a veces por que no nos gusta y así sucesivamente, sin que exista una razón verdadera para ello.
Dentro de esa organización, que si influye profundamente en la convivencia, están LOS SERVICIOS, si LOS SERVICIOS, no las compras de ropa, joyas, celulares, computadoras, MP3. SERVICIOS, y ellos son tediosos, preocupantes, intrigantes, mal recibidos. Llegan indefectiblemente todos los meses, atrasados, ( porque nunca anda bien el correo), que según dice el ideario popular lo hacen para recaudar más. Que hace uno, los pone en un lugar para que cuando lleguen los vencimientos se los pague.
Este es el punto clave.
El lugar en donde son depositados esos pedazos de papel que dicen todo lo que uno gastó en luz, gas, agua, teléfono; cuanto cree el estado que vale la casa, el auto, etc, etc. (que a su vez todos los meses provoca una discusión de culpa y no culpa de quien habla mas por teléfono, de quien ve TV hasta tarde, etc.) todos debe estar en un lugar fuera de todo peligro, como por ejemplo lejos de corrientes de aire, lejos de muebles que no estén muy pegados a la pared, lejos de las mascotas de la casa, lejos de las empleadas que por orden nuestra tiran a la basura cuanto papel anda dando vuelta por la casa. Tiene que estar en un lugar seguro, acondicionado, sin humedad, como si fueran lo más preciado que se tiene en la vida. Ja,Ja,Ja,Ja.
Creo que el calor me esta haciendo delirar, ¿de donde he sacado esto?
Sin embargo, y a pesar de que creo que he hecho un buen inventario de todas las posibilidades que surgen de los peligros de extraviar estas lindas facturas con logos y colores representativos, he conocido un caso que no había previsto: el taparlo con otros elementos para que desaparezcan de la vista y nadie, pero nadie sepa, salvo que se contrate a un arqueólogo en donde quedó enterrada, por ejemplo la boleta de la luz.
El tiempo pasa dice Pablo Milanés en su canción, nos vamos poniendo viejos, continúa, y así es la vida de la factura de la luz bajo todas esas cosas que quedaron por encima. Y un día, Dios actuó, si pero al revés, en vez de decir que se haga la luz, la cortó (aclaro que acá en mi provincia el Dios de la luz, se llama EPEC) y es bastante intolerante.
Todavía no ha caído la noche, entonces toda la familia que está en la casa porque es verano y el calor es insoportable se aboca a la loca búsqueda de la famosa boleta. Pero si yo la dejé aquí, no no puede ser porque yo no la vi, si te digo acá siempre la pongo, pero como, si sos vos el tenes que pagarla, así que debes saber en donde está. La noche asecha, la luz natural se desvanece, y el termómetro marca 34 grados, y la temperatura emocional, que se yo, no tiene medida, lo que si todos tienen caras de yo no fui y los cachetes colorados de furia.
Y llegó la noche nomas, el reflejo condicionado hace que digas, anda prende la luz (los insultos los dejo para el blog hot). En ese momento aparece la triste y dulce factura, que efectivamente, linterna mediante, certifica en letra chiquita pero clara que venció hace dos meses. Hablemos por teléfono a la guardia, otra vez los insultos, el aparatejo es eléctrico y está muy oscuro para encontrar el otro. Bueno cenemos algo frío (gruñido). Y así llega la hora de dormir, mañana será otro día y sobre todo habrá luz natural para comenzar el periplo burocrático que nos dará la posibilidad de recuperar la bendita luz. Pero no, como dicen las tan populares leyes de Murphy, si algo tiene que fallar, falla y que pasa es fin de semana, y el servicio no funciona hasta el lunes, pero antes se debe pagar la factura en un lugar determinado que queda en el centro de la ciudad y a donde convergen miles de usuarios que tiene problemas de los más variados, conclusión dos horas de cola. esas horas se tiene que sumar a las horas que demora el sistema en informar a los especialistas en conexión. Tendrán luz el martes.
Es aquí cuando uno toma verdadera dimensión y conocimiento de todas las cosas que andan con electricidad, y hasta comprende porque el mundo contemporáneo se la pasa de guerra en guerra por cuestiones de conquistar la energía, porque sin energía yo no puedo tener las cosas frías en el verano, no puedo ver a donde está el inodoro, no puedo encontrar nada de lo que antes estaba en mi casa, que mi casa es un lugar extraño que no conozco porque ya he paso tres veces por ahí y me he llevado por delante la misma silla, que a pesar de que soy un tipo afable no tengo nada que conversar si el TV no me da letra y así, voy contando las horas hasta el martes, jurándome que nunca más... a) voy a tener luz, b) me voy a casar, c) voy a comprar velas, luces de emergencias, soles de noche y linternas. ¿Y la factura?, a eso... la factura hay que pagarla.





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