martes, 17 de febrero de 2009

LA RELACION ENTRE LA CONVIVENCIA Y LA CENSURA


Lean y presten mucha atención a la metáfora que voy a poner en este instante a vuestra consideración: la conviviente, no importa en el nivel de legalidad que esté, es como el agua derramada sobre el asfalto, se desliza e introduce lentamente en las fisuras, huequitos, y bachecitos que nosotros los masculinos poseemos llenándome de ella, o sea que uno deja de ser un asfalto virgen. ¿Que metáfora? ni Neruda en Il Postino pensó una metáfora así.


Usted se preguntara porqué esta disquisición tan cercana al machismo, cuando yo soy un confeso público del amor que siento por mi conviviente. Es que a veces convivir con amar son como el agua y el aceite, nunca se juntan.


Que no camines con los pies desnudos, después ensucias las sábanas, que porque haces pis alrededor del inodoro, cuando el inodoro es para eso, para hacer pis, porque cuando te bañas dejas el baño como su hubiera pasado un tsunami, anda a sacar la basura, si vas a cocinar porque no lavas las cosas que ensuciaste, no tomes la coca de la botella para eso están los vasos, no te limpies con el mantel, acaso no tenes servilletas, no comas tanto pan con las comidas, que te cuesta poner las cascaras de bananas en el tacho, y sigo...?, no no hace falta.


Estas generalidades que enumero no son un reflejo de mi realidad yo en ese aspecto soy casi perfecto, digo casi para no quedar como soberbio.


Lo que a mi me mata de mi media orange, es otra cosa, es esa cualidad de entusiasmarme con algo, ejemplo concreto, el blog, y después cuando estoy en plena tarea a ella se le ocurren cientos de tareas, y demanda atención justo en el momento en que mi pobre neurona acaba de encontrar una linea de pensamiento para volcar en no mas de 300 palabras, si como los de la película, eran muy bravos, pero los dejaron en 0. Así quedo en 0, y otra vez a empezar ordenar en mi neuronita las ideas y darles una coherencia. Ya le cumplí el pedido, ya le escuche lo que quería decirme, así que de nuevo en la lucha de hilvanar las palabras ¿y qué pasa?, que vuelve a mi cubículo mi dulce esposa y me dice ¿puedo ver lo que escribe?, como se lo voy a negar si ella es el factotum (¿se han dado cuenta el vuelo que tiene esta entrada al blog?) de este espacio creativo, entonces me reclino y le dejo espacio para que lea, aclarando que todavía no está terminado.


Se transforma, le surgen garras de las manos, los ojos se tornan brillosos y profundos y en segundos destruye cada palabra, ésta no tiene acento, a esta le falta la "e", esa palabra es muy grosera, usted no escribe así, esta otra es muy vulgar. Despúes de corregir cada una, se va y uno sigue ya con un concepto distinto, porque como decía el maestro Fontanarrosa, no es lo mismo decir pelotudo, que badulaque, pero bueno uno ama y como ya he dicho el amor hace hacer cualquier cosa.


En el silencio de la noche, se siente desde lejos con vos de hada ¿terminaste ya?. Y si, ya terminé y me acomodo en el sillón frente a la pantalla para que vuelva y realice su segunda lectura. Efectivamente esta segunda vez corrige menos palabras, finaliza, lo lee rápidamente por tercera vez, me mira y me dice: este no es el mejor que ha escrito, usted ha escrito otros que son mucho mejores, pero bueno, si a usted le gusta esta bien. Entonces uno se siente Juana de Arco en la hoguera, perdón por la comparación. Y quedo allí solo como boxeador que le han sacado el banquito y tiene al frente a Tyson.


Me siento impotente, censurado, y un montón de "ados" más, cierro todo, me lavo los dientes y me voy a dormir, me recuesto sobre el costado y agarro fuerte la almohada pensando, pensando, pensando.... Buenas noches mi amor, gracias, me sirvió la corrección.


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