viernes, 10 de septiembre de 2010

LAS TRIBULACIONES DE JAVIER MARTINEZ Y EL PADRE JUAN




Era un pueblito de España, de un día cualquiera alrededor de las doce de la noche. El padre Juan había terminado su cena y se dispuso para ir a su habitación a dormir.
Estaba en esa situación, en ropa interior, cuando se siente:
¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! En la puerta de entrada a la capilla.
PJ:  ¿pero quién podrá ser a esta hora?, joder
¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!!
PJ: voy, voy espérame un minuto
¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!!
PJ: bueno, bueno tened paciencia hombre
El Padre Juan abre la puerta y un joven desesperado le dice: Padre, Padre necesito confesarme
PJ: Pero hijo, son las doce de la noche que tan importante es que no puede esperar hasta mañana, ale, ale vete a casa y vuelve por la mañana
El joven desesperado le insiste ¡¡NO!! Padre necesito confesarme ya , no puedo esperar mas,  es algo que no puedo manejar, que me carcome el alma, por favor padre, por favor
PJ: Esta bien pasa, pasa, siéntate en el confesionario que voy a buscar los hábitos, vamos entra, entra.
Regresa el Padre Juan y malhumorado se sienta en el confesionario, reza un padre nuestro y le dice al joven, bueno hijo suelta el rollo que es lo tan grave que no puede esperar hasta mañana
El joven balbuceando, notablemente preocupado le dice al padre, mire, no sé cómo explicarle, es algo que no puedo manejar, que no lo puedo hacer desde chaval, que cada vez me atomenta más.
PJ: Bien, Bien, Bien, frotándose la barbilla, espera por favor veo que esto es para largo, así que voy hasta la sacristía a buscar unos pitillos.
Nuevamente regresa al padre y le dice al joven que se siente en los bancos de la iglesia así el puede expresarse más libremente y él no llena de humo el confesionario.
Se acomodan, el Padre Juan saca su pitillera, toma un cigarro, y lo prende. Bueno esta vez si, empieza Hijo, cuenta tu pesar.
El joven lo mira extasiado y con pasión le comenta, Padre que hermosa Pitillera que tiene usted, es una pieza preciosa, única.
PJ: Pues si, es única de un valor sentimental incalculable fue regalo de mis padres cuando me consagre a Dios. Pero vale, cuenta, cuenta que ya es tarde.
Si, Si  Padre. Mi problema es serio, casi no me deja vivir, no duermo, ando todo el día preocupado. Pero Padre, disculpe, de verdad es hermosa su pitillera, me gusta mucho, sería casi un regalo de Dios tener yo una pitillera como la suya.
PJ: Para hijo, no blasfemes, si es hermosa, es cierto, y estaría bien que tengas una similar.
Es cierto padre, le contesta el joven, me encantaría tener una, igual a la que tiene usted Padre.
PJ: Está bien, está bien pero suelta ya.
Mire Padre estaba pensando. ¿Y si usted me deja al morirse, de regalo su pitillera?
PJ: ¡¡¡Pero qué dices, hombre, joder, como te voy a dejar de regalo mi pitillera, además no pienso morirme todavía ¡!! (persignándose). Exasperado le dice casi gritando, pero bueno ya dime a que viniste.
Esta bien Padre, usted sabe que acá todos nos conocemos , pero perdone, y si me la deja como herencia, es que me gusta mucho su pitillera y me encantaría tener un recuerdo suyo, que tan comprensivo ha sido con el pueblo, usted se muere y yo recibo su pitillera y todo el mundo sabrá que esa es su pitillera.
PJ: ¡Basta!, no me voy a morir, así que ¡Basta!
Pero padre usted piense que me gusta mucho, mucho, mucho.
PJ: Pero vale joder, ¡SI!  te voy a dejar la pitillera para ti el día que me muera.  Vamos confiesa YA
Gracias padre, gracias ¿pero cómo va a hacer para dejármela?
PJ: Es verdad hijo, dime cómo te llamas, así me recuerdo para dejarte la pitillera el día de mi muerte
Javier Martinez, Javier Martinez  es mi nombre padre.
PJ: Perfecto la Pitillera será para ti Javier Martinez.
JM: Que alegría padre, cuanto le agradezco, es la pitillera mas bella que he visto en mi vida
PJ: Pues claro, además tiene el valor que me acompaña desde que Dios me vio convertirme en su siervo, ¿Estás conforme ya?, entonces comienza, y ármate de paciencia pues no pienso morir pronto.
JM: Pero padre estoy pensando y cómo sé yo que ese día, que espero no llegue pronto,  usted se va a recordar que la pitillera me la había prometido .
PJ: Pero que dices, le digo a mis parientes que el día de mi muerte esa pitillera es de Javier Martinez. Hijo ten piedad, que son las tres de la mañana y quiero dormir.
JM: Gracias padre, resulta como le decía que desde niño… Pero padre, suponga que le pasa a usted algo, que tiene un accidente, que Dios no quiera, como saben sus parientes que esa pitillera es mi herencia
PJ: ¡¡¡Bueno, Bueno!!! Que dices hombre, mis parientes son de palabra y si yo les digo que te la entreguen así lo harán.
JM: Si padre pero ellos no me conocen, no sería mejor que usted dejara un papel en donde conste que esa pitillera es para mi o sea Javier Martinez.
PJ: Sabes que hijo, si tienes razón, mañana mismo hago una nota que voy a dejar en mi misal en donde diga que mi pitillera es para Javier Martinez, de esa manera ninguno de mis parientes van a dudar y tampoco te van a desconocer. ¿Eso te gustaría?
JM: Si Padre, SI
PJ: Bueno, ¿y entonces?
JM: Entonces ¿Qué, padre?
PJ: ¿Cual es tu problema por lo que me pedisteis confesión hace cuatro horas?
JM: Es que desde niño he tenido el mal hábito de tocarme allí abajo, y aún sigo con la misma costumbre y por más que hago, o pienso en otras cosas no puedo controlarlo, y tengo miedo que con los años se me dé por tocarme en cualquier lugar y a cualquier hora, por ahora es solamente de noche.
El Padre Juan, con mucha paciencia, comprensión y control, le responde desde el borde de un ataque de nervios.
PJ: Pero Hijo mío, Javier, lo tuyo es normal, si bien no puedes  andar por allí tocándote, cada vez que te invadan eso hábitos pecaminosos, piensa en nuestro Señor Jesús y verás como él desde su infinita bondad te ayudará a controlarte. Ve, Ve reza 10 padres nuestros y piensa profundamente no me tocaré más. Ahora descansa que falta nos hace a los dos.
JM: Gracias padre, Gracias, Gracias
Así el Padre Juan despide a Javier, cierra la puerta y vuelve a su habitación a intentar dormir un poco antes de iniciar nuevamente sus tareas en la capilla, apenas en tres horas más.
¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!!
¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!!
PJ: Pero quien coño será ahora, esto es un manicomio.
El Padre Juan baja en ropa interior y se asoma por la puerta, era Javier Martinez
PJ: Pero hijo y ahora qué coño pasa, ¿acaso no has aliviado tu alma con la confesión, no has sentido beneplácito al saber que te dejaría la pitillera en herencia, o acaso has vuelto a caer en el pecado?
JM: No padre, no he pecado, pero mientras iba de regreso a mi casa, pensé que por más que usted haga un papel que dejará en su misal, ¿y si sus parientes no quieren entregarme su pitillera?, o peor aún, yo estoy de viaje y no me entero que usted ha muerto, voy a quedarme sin su hermosa pitillera
Totalmente sacado el Padre Juan le grita
PJ: ¡¡¡¡¡¡¡PERO QUE DICES HIJO!!!!!!!, como piensas todo eso, pero joder que tienes en tu mente hombre, mira, mira me has hartado, me has cansado, no quiero verte mas, mira entra ve al banco en donde estuvimos y llevaos la pitillera, te la regalo, te la obsequio, pero por favor vete YA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Así  JM fue hasta el banco en donde había esta confesándose con el Padre Juan y se llevo su hermosa pitillera. Por fin el padre se fue a su habitación y como estaba cayó desplomado sobre su cama.
Entre sueños, escucha primero lejos y después tan cerca como su puerta. ¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!! ¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!! ¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!! ¡¡¡PUM, PUM, PUM!!! ¡¡¡Padre Juan, Padre Juan!!!
PJ: Santísimo Dios, pero quien puede ser ahora.
Baja el Padre, entreabre la puerta, por las dudas para no dejarse atropellar por Javier Martinez, pero no, quien golpeaba la puerta era una joven niña del pueblo que le pedía confesarse al padre.
PJ: Hola niña, pero no puedes venir  más tarde, no se después de la siesta.
La niña con las manos entrelazadas le contesta que no, ella se siente muy mal y sino se confiesa en este momento se irá al infierno, porque está a punto de pecar.
El padre con infinita paciencia, le dice que espere unos minutos que ya viene. Y así, al rato, le abre la puerta la hace pasar al confesionario, realiza todo el ritual, comienzan rezando un Ave María.
PJ: Bueno hija dime que es lo que te ocurre
Ma. Dolores que era el nombre de la joven, suavemente pero muy angustiada le relata al padre que ella hace más de tres años que esta de novia con el mismo muchacho y que desde el principio él  le pide y le pide, que tengan relaciones, y que ella siempre con una excusa u otra se había negado, pero con el correr del tiempo este novio suyo se había puesto más y más insistente y que ella estaba convencida que del día de hoy que era sábado y tenían planeado salir, no iba a poder seguir resistiendo.
El Padre Juan, baja la vista, se pone las manos entre sus mejillas y con firmeza le pregunta.
PJ: Dime niña ¿cuál es el nombre de tu novio?
MD: Javier Martinez, Padre
PJ: Bueno niña, lo siento pero date por cogida   


     
 



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