viernes, 10 de diciembre de 2010

WIKILEAKS II

Como lo digo en las primeras líneas de esta entrada del blog, La Minga en Movimiento que es un excelente Blog sobre la inclusión social publica este artículo y me surgió la necesidad de decir también yo algo. Espero que si hay alguien allí que no sea solo una bacteria extraterrestre, y si lo es que sepa escribir en mi idioma, les interese esta pequeña contribución



Apoyado en el desarrollo de la idea de Walter Goobar, de que Wikileaks es una red funcional al "imperio", quiero decirle que primero la realidad no son películas o novelas de James Bond (que por lo cierto eran los libros de mesita de luz JFK), ni novelas John Le Carré, sino es mucha mas cruenta, bah como siempre, los que mueren siempre son los mismos con distintos nombres.
La pregunta a quien beneficia es una pregunta correcta desde mi perspectiva y parafraseando la metáfora de Goobar desde los 60 se viene discutiendo en los cafés que EEUU (como les gusta a ellos que se pongan las iniciales) era el generador de un sin número de operaciones de espionaje e invasión a los demás pueblos del planeta, quizás buscando una raya en la regla de los hechos históricos es la continuidad de una guerra cuya estrategia le brindó pingües beneficios, "el Imperio" era buen mozo, canchero, a GoGo, y siempre presto a salvar a la joven desvalida convirtiéndose en el héroe de la jornada.va
La pregunta sigue vigente ¿a quién beneficia este vómito de documentos?. Si el mismo Goobar dice que el 11 S benefició a Bush, porque no pensar que este 11 S internet (sic) beneficia a Obama. Presidente bisagra de una sociedad auto creída de buena moza, canchera, a GoGo y hérores. Digo porque a los ojos del mundo resultó bastante extraño, y no como dice Goobar que el 11S y el 11S internet cambió la concepción del planeta a ver el mundo, lo que si cambio que el presidente fuera de origen afroamericano,eso si super culto pero afroamericano,con esposa afroamericana e hijos idem. Lo que a cambiado al planeta, para seguir la hipótesis de Goobar es la libertad de acción al "imperio" para intervenir en todos los rincones,en todas las culturas, en todos los intereses,en todas las fuentes productivas y energéticas que mantengan por otro milenio al "imperio". No importa cuantos o de donde sean los muertos, lo importante es mantener el status de la minoría poderosa y dirigente, (incluyendo a los parásitos).
Lo que si me parece haber cambiado es que antes el sacrificio de norteamericanos eran los reclutados (soldados) ahora son también los civiles (11S). ¡ah! cuando me refería a parásitos hablaba de los gobernantes planetarios que le hacen el juego al "imperio" y a los medios que gustosos recibieron los documentos de Wikileaks, no solo para ser los puentes de este secreto sino para ganar millones de dólares y beneplácito de los gobernantes del "imperio". En un segundo de imaginación me surge la imagen del Presidente Evo Morales con un grano adentro de la nariz, a Berluscconi, en tarlipes con mujeres italianas también en tarlipes infartantes o a nuestra Cristina bipolar, que les juro que hasta esta noticia yo creía que era una campera térmica.
Mi conclusión y pido disculpas a los mingueros por lo extenso es que todo este "affaire" de Wikileaks estuvo y está totalmente guionado, al mejor estilo de las peleas de el programa de Tinelli. Y inspirado por el fanatismo de la ficción de Goobar, tema de Wikileaks y su mentor, me hacen recordar a la pelicula de Hoolywood EL CUARTO PODER" con las brillantes actuaciones de Dustin Hoffman y Robert de Niro que (casualmente) por un pequeño accidente del presidente de Norte América, sexual el mismo, (casualmente similar al de Clinton con Lewinsky) prepararon desde una producción cinematográfica toda una escena para generar una distracción del verdadero problema: depravación por poder, corrupción, bien... inmoralidad.
Perdón me olvidaba marcar que la secretaria de Estado es Hilary Clinton, si la esposa engañada que supo armar un escenario perfecto de que:aquí no ha pasado nada, mientras su marido seguía tocando el saxo.   






Acceder a un cuarto de millón de documentos que certifican las vergonzantes actividades de la diplomacia estadounidense resulta más que atractivo para cualquier editor. Y además vende. Jugosas conspiraciones, actos de espionaje en la ONU, elaboración de perfiles chismosos sobre los principales líderes mundiales, confirmación de la intervención encubierta de Washington en viejos y nuevos conflictos… Todo lo que alguna vez se elucubró en sesudos análisis periodísticos o en mesas de café, se confirma ahora bajo la forma de un escándalo que revela que los Estados Unidos ya no son lo que eran. Supuestamente, la superpotencia controladora, ahora tiene quien la controle y se llama Wikileaks. Ni la más audaz novela de John Le Carré hubiera ideado una trama en la que un difuso grupo como Wikileaks filtra los presuntos secretos que los EE.UU. desean guardar. O filtrar.
Más allá de la imprevista irrupción de Wikileaks en la escena mundial, vale la pena hacerse algunas preguntas elementales. Sabemos a quién perjudican las filtraciones, pero la gran incógnita es saber a quién benefician. No es necesario dejarse llevar por la paranoia ni esperar a la próxima novela de John Le Carré para formular algunas preguntas y encontrar algunas respuestas.
Algunos analistas ven un cierto paralelismo entre las filtraciones de Wikileaks y los atentados a las Torres Gemelas, y afirman que con estas revelaciones ha estallado el 11-S de la diplomacia, o en todo caso el 11-S de Internet.
Si bien, el 11-S cambió por completo nuestra concepción del mundo, vale la pena recordar que su principal beneficiario fue George W. Bush, porque –gracias a esa tragedia– encontró su misión en la historia e inició dos guerras aún inconclusas, para apropiarse de las reservas petroleras de Irak y Afganistán.
Wikileaks no gestiona la información que vende. Por lo que cabe la posibilidad, por remota que parezca, de que alguien sí sepa gestionar esta información aparentemente banal como la bomba informativa que los periódicos prometen. Ésa es la parte que todavía no conocemos en detalle.
Una de las falsas premisas e incongruencias sobre las que cabalga este caso es la supuesta colaboración de Wikileaks con los grandes medios hegemónicos. Contrariamente a lo que ha ocurrido en otras ocasiones, esta vez el contenido difundido ha sido prefiltrado por los cinco diarios e incluso remitido a la administración estadounidense. Según admitieron los periodistas de The New York Times, El País, Le Monde, Der Spiegel y The Guardian, las cinco publicaciones hicieron un pacto con Wikileaks y, antes de publicar los documentos, advirtieron al Departamento de Estado. De estas confesiones se desprende una conclusión alarmante: los cinco periódicos actuaron como verdaderos agentes de prensa del Departamento de Estado. Hicieron el trabajo de limpieza en lugar de los servicios de Hillary Clinton. Parecería que en este nuevo escenario virtual, Wikileaks en combinación con los grandes medios confirman los temas de la agenda dominante pero trastruecan los códigos de la diplomacia.
Los paralelismos con el 11-S no se agotan aquí: todas las supuestas filtraciones provienen de una red secreta, creada por el Pentágono, justamente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La Secret Internet Protocol Router Networks (Siprnet) sirve para transmitir documentos de los ministerios del Exterior y de Defensa hasta el nivel de secreto dos.
La Siprnet no es un club demasiado exclusivo: dos millones y medio de funcionarios y soldados estadounidenses tienen acceso a esa red supuestamente secreta. Y aún después de las filtraciones hay material top secret a disposición de unos 850.000 estadounidenses.
Resulta sospechoso que el Pentágono haya desarrollado una red cuyas características más salientes son : servidores débiles, registros insuficientes, una endeble defensa antiacceso y antiespionaje, un análisis de señales poco eficiente. Si las filtraciones no beneficiaran al Pentágono y al Departamento de Estado, ¿no sería lógico pensar que después del primer escándalo los plomeros del Pentágono hubiesen obturado todos los orificios?
¿No es raro, también, el hecho de que Wikileaks haya podido burlar tres veces al Pentágono y que Julian Assange –al igual que Osama Bin Laden– esté en paradero desconocido?
Nadie sabe qué pretende el australiano Julian Assange, para quién trabaja o cuál es el fin de esa incontinencia reveladora. Es evidente que sus secretos constituyen su poder. Sin embargo, cuesta creer que Wikileaks sólo sea producto de las intenciones altruista de un filántropo de la era de Internet. Hay demasiado en juego. y caben todas las hipótesis: Rusia, China, grupos económicos, republicanos.
Es una ilusión demasiado ingenua creer que Wikileaks puede desnudar todos los rostros del poder, tanto como suponer que sólo ampliando la transparencia liberal se pueden combatir las injusticias. El verdadero poder no escribe sus órdenes, no tiene cadenas de comandos reconocibles, es silencioso, se halla en circuitos extrainstitucionales, utiliza diferentes coberturas y estructuras paralelas que afectan directamente a la Casa Blanca, Pentágono, la CIA y la NASA. Wikileaks no parece tener intenciones de meterse con ellos.
Si el 11-S sirvió para instaurar un nuevo orden en el mundo, las filtraciones de Wikileaks parecen destinadas a establecer un nuevo orden en la Red. Hace dos años, Lawrence Lessig –uno de los juristas que mejor conoce el ciberespacio–, pronosticó que “estaba por producirse una especie de 11-S en Internet”, un acontecimiento que catalizaría una modificación radical de las normas que regulan la Red. Lessig señalaba que el gobierno de los EE.UU., así como tenía lista, mucho antes del 11 de setiembre, el Acta Patriótica, tiene preparada en algún archivo una “Patriot Act para la Red”, esperando algún impactante evento que permita usarlo como pretexto para cambiar radicalmente el modo de funcionamiento de Internet.
Nadie se debería escandalizar porque los espías de cualquier país se dediquen a espiar y muchas de sus actividades se desarrollen al margen de la ley y la ética. ¿Quién no ha disfrutado con las películas de James Bond, o las novelas de John Le Carré?
Sin embargo, lo curioso es que en este caso los grandes medios de comunicación se hacen eco de informes y perfiles de los líderes políticos del mundo que parecen elaborados por panelistas de los programas de chimentos. ¿Dónde está la gran revelación? ¿Putin es autoritario y machista? ¿Berlusconi es fiestero? ¿Se están realizando esfuerzos o acciones para aislar a Chávez? Por su capacidad de análisis, los panelistas de varios programas de tevé podrían competir con los analistas y expertos al servicio de la diplomacia y el espionaje norteamericanos.
Estamos asistiendo a un festival de información táctica, pero Wikileaks no se ocupa del nivel en el que se toman las decisiones. El cúmulo de información sólo insinúa de forma superficial la manera en que los gobiernos estadounidenses han planeado las guerras, las ventas de armas, la apertura de bases militares, los golpes de Estado, el número de militares espías en cada embajada, sus intervenciones en comicios de otros países, los saqueos de riquezas internacionales.
En todo caso, una información relevante sería, por ejemplo, la documentación con nombres y apellidos y las cifras económicas del entramado que se ha construido alrededor de la invasión de Irak: hidrocarburos, seguridad, infraestructuras, sobornos, etcétera… O, en el terreno de la diplomacia, la relación con nombres y apellidos de los periodistas, juristas, políticos, empresarios o académicos que colaboran estrechamente con la diplomacia norteamericana de forma “altruista” o como vulgares lacayos a sueldo.
Quizás, algún día una Wikileaks de segunda generación publique los papeles secretos de la primera.
Fuente texto: diario Buenos Aires Económico
Fuente imagen: Ilustracion de Emad Hajjaj ( Jordania ) extraido del blog cartoonando.blogspot.com

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